Desde sus inicios, Kenia fue colonia alemana y posteriormente británica. Por ello, no fue hasta el 1964 con Jomo Kenyatta como presidente cuando se convirtió en República independiente.
El traspaso político empezó en 1962, con la elección de Kenyatta para el Parlamento. Para hacer más fácil la transición, el partido de Kenyatta, la Unión Nacional Africana de Kenia (UNAK), que defendía un gobierno unitario y centralizado, se fortaleció con la Unión Democrática Africana de Kenia (UDAK), que favorecía un sistema majimbo, o federal. La harambee, es decir, “cooperación”, se consideró más importante que la división política, y la UDAK se disolvió voluntariamente en 1964, lo que dejó a Kenyatta y la UNAK el control absoluto.
A partir de 1991 se hace oficial la primera constitución Keniana y el país se rige por un sistema de democracia multipartidaria aunque siguieron sufriendo manifestaciones y disturbios violentos por las discrepancias políticas.
Actualmente, el país africano vive una gran mejora económica. El turismo ha pasado a ser la principal fuente de ingresos, con una aportación del 63% al PIB. En segundo lugar se encuentran los cultivos de café y de té (30% del PIB).
Respecto a la cultura, existen alrededor de 42 grupos étnicos con características y prácticas culturales totalmente diferentes. Además hay 10 tribus principales y las dos lenguas oficiales son el suajili y el inglés. Aunque en la costa también se habla árabe.